La confianza

Que nos queda de las vivencias sino los momentos, buenos o malos, las experiencias que vivimos, que nos queda de un amigo sino los momentos con el compartidos, aunque pase el tiempo quedan allí en nuestra memoria

Muchos dicen que tu familia es de tu misma sangre, y cuantas veces es mas próximo a nosotros aquel que no comparte nuestra sangre, pero que comparte una manera de sentir, una manera de ver la vida, que es capaz de vernos por completo y apreciarnos.

Se dice mucho de la amistad, de la verdadera, así como se habla del amor. Me llamo mucho la atención algo que leí que decía: «Es preferible creer y ser engañado alguna vez, que vivir desconfiando» (Armando Maronese).

La confianza tiene algo como un encanto, tiene una magia, algo hermoso, la sienten naturalmente los niños. Creo que para poder conservar los amigos es necesaria la confianza, aquella que no espera lo malo, sino que cree en el momento. Es la confianza la que nos hace reír de verdad, la que nos da paz.

Cuando ya se pierde toda confianza en el mundo, en la vida, y en las personas, solo nos queda Dios, y es allí cuando recurrimos a El. Sin embargo, si tenemos la mayor confianza en El, nunca nos quedaremos vacíos o sin esperanzas, porque sabremos que el tiene un porque para todo lo que pasa, inclusive para los dolores que nos provoca un amigo. Dios nos mostrará en que fallamos, que sucedió y porque, mas tarde o mas temprano.

Tengo claro que a pesar de lo dura de la vida, no es bueno endurecer el corazón. Eso si bien nos hace insensibles al dolor, también nos hace insensibles a la felicidad, a la risa, a la maravillosa capacidad que tenemos de sorprendernos ante un detalle pequeño pero significativo. A veces los que tenemos a nuestro lado hacen enormes esfuerzos por nosotros y ni siquiera lo notamos. No es bueno endurecerse, es mejor conservarnos con la confianza de un niño, y notar la sonrisa sincera que desde tu lado alguien te brinda.

Alguien decía que si le sonríes a un niño, este de seguro te devolverá la sonrisa, pero si le sonríes a un adulto, este se preguntará: ¿y a este que le pasa?; es bastante cómico pero así somos la mayoría.

La confianza tiene una clave, si no la das, raramente la recibirás, si la das, tendrás tranquilidad aunque a ti no te la den. Si no te la dan, el otro tendrá sus propias razones. Si no la tenemos en nosotros mismos y en el proceso de la vida, viviremos a medias. Lo importante es que si la tienes, podrás vivir cada día mas plenamente con tu familia, sea o no de sangre. Y la mayor fuente de confianza viene de lo alto, de Dios mismo.

Flori *)

10 comentarios en “La confianza

  1. Me ha sorprendido leer la cita:

    Es preferible creer y ser engañado alguna vez, que vivir desconfiando

    Jamás la había escuchado, y sin embargo llegué a una conclusión semejante que plasmé en mi séptimo mandamiento:

    A nivel espiritual es preferible ser traicionado que desconfiar de todo el que te rodea

    ¿No es maravilloso como podemos conectar con las ideas y la filosofía de otras personas, aunque ni siquiera las conozcamos o sin que siquiera seamos coetáneos?

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    1. Quizá nadie lo desee. La circunstancias a veces nos enseñan a desconfiar… En el dolor que conlleva este sentimiento, uno comprueba que lo que anhela el corazón es confiar…

      Sabe, es todo un honor tener su comentario Armando. Muchísimas gracias por detenerse por aquí…, tiene usted un blog?
      Saludos y un abrazo.

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      1. Flori, te obsequio esto:
        Cuerpo y alma de mujer

        Desnudar a una mujer, es un nido de emociones que no se verá a través de su piel, ya que es una geografía que se admirará sin llegar a su esencia si ella no lo quiere.

        Si se quiere desnudar a una mujer, nunca se logrará. Se hará sí con su vestimenta, pero nada más. Se verá su cuerpo, se verá su hermosa piel, se verá su sexo, pero no más de ahí.

        Por eso, desnudara una mujer no alcanza para descubrir su mundo secreto y lo más probable, por no decir lo más seguro, es que sus ojos cuenten mucho más de lo que se quiere saber. Cuando sus ojos miran fijamente dicen muchas cosas y como seguramente uno mirará su cuerpo, ni cuenta se dará lo que sus ojos están diciendo.

        Ella sabe que para llegar a su alma se deberá mirar con mucha más paciencia, pues aun desnuda estará vestida de pleno misterio. El fuego de su interior sólo se conocerá mirando su corazón a través de sus ojos y, aún sin ropas, no nos pertenecerá.

        Al desnudar a una mujer, nunca se logrará quitarle su mejor prenda…el pudor. Miraremos su cuerpo esbelto, hermoso… su piel, pero debemos aprender que no existe seda que supere su piel, ni tela que pueda esconder su encanto.

        Si supiéramos lo que significa desnudar a una mujer. Desnudar a una mujer es como quitarle los pétalos a una flor. Es llegar hasta la puerta de los sentidos y caer de rodillas ante el altar sagrado de su fuente de vida.

        Pero nunca debemos dejar de recordar, que aún sigue sin pertenecernos. No es de esa forma como conoceremos su cielo. Tal vez conozcamos algo del nuestro, pero no el de ella. Con ella puede el artista olvidar por completo lo que es una línea recta, y naufragar en un mar ondulado de luces y sombras.

        Si esa mujer nos mira profundo, no es que quiera hacer un regalo a nuestros ojos. Lo que quiere hacer y de eso se trata, es un regalo para nuestra alma. Sin lujuria, sin morbosidad, ni dobles mensajes. Cuando ella lo quiera nos dará lo que queremos pero nunca su pleno interior, pues esa mujer es el misterio más grande de este mundo.

        Es miel, es rocío, es frutas, es aromas y sabores. Es la mejor obra de arte de Dios en este mundo y llevada a la pintura, a la fotografía y a la escultura. Es lo que mueve al mundo y nuestra inspiración nace de ella.

        Además, la mujer piensa con el corazón, actúa por la emoción y vence por el amor. Que tiene emociones y transmite cada una de ellas con una sola mirada.

        ¿Quién entiende a la mujer? Esa es la pregunta más repetida por los hombres y a la cual muy pocos tienen acceso… a la verdadera respuesta. Un ser superficialmente frágil, pero con un misterio infranqueable por dentro. ¿Qué esconden ellas detrás del rubí y del delineador?

        Nunca nos debemos preguntar quien entiende a la mujer. Sólo podremos entender de ella lo que nos transmitan sus ojos. La mentalidad de la mujer es infinitamente impredecible e inentendible.

        Toda una corriente machista se evapora con esa pregunta. Quizás en la mesa del bar, aún quedará solito ese muchacho que no se cansa de repetir una y otra vez que ellas no ocultan nada, y que son fáciles para todo aquel que sabe comprenderlas. Lo cierto es que siendo la mujer tan bella, el hecho de que sea impredecible la hace aún más hermosa.

        Es el misterio de ser mujer. La mujer tiene la misma dignidad del hombre, mas tiene características específicas que hacen de la mujer… mujer.

        En lo general la mujer es bondadosa, perseverante, con deseos de ser sostenida y acompañada, con deseos de seguridad y de evitar riesgos; su máximo es amar y sentirse amada.

        En lo físico, la mujer está hecha para conservar la vida, recogerla, hacerla germinar, florecerla, perfeccionarla. Posee instinto maternal y cuidado directo de los hijos, mayor sensibilidad a estímulos afectivos, voz de timbre agudo, complexión fina.

        En el ámbito sensitivo, la mujer es afectuosa con deseo de ser cortejada, capta lo particular, los detalles, lo pequeño, lo próximo.

        En el ámbito cognoscitivo, la mujer predomina la captación por los sentidos, la intuición tiende a lo subjetivo y personal, fija su atención en lo concreto, su pensamiento es profundo, vive de experiencias.

        En el ámbito de la voluntad, la mujer es movida por la compasión y la misericordia. Se le convence llegándole al corazón, vive por algo, se enfrenta con gran resistencia al sufrimiento.

        En el ámbito religioso, la mujer siente más a Dios, ora con el corazón, es piadosa.

        En el aspecto moral es suave, tierna, apegada a sus principios, atenta, dócil, compasiva.

        Esto predomina en la mujer por ser mujer. Ella cultiva y hace florecer, lo que se encuentra en lo más íntimo de la belleza de aquella criatura capaz de dar la vida.

        Debemos recordar por todos los días de nuestras vidas. Ser mujer es algo bello, sorprendente, complicado y confuso. Y es bello porque es como un poema que sólo puede leerse con el corazón. Es sorprendente, complicado y confuso, porque las mujeres fueron hechas para ser amadas más que para ser comprendidas, pero si queremos comprenderlas: las deberemos amar.

        Existe entre la mujer y el hombre una diferencia muy grande. La mujer es otro mundo, del mundo del varón. Éste no la puede comprender diáfanamente. Ella es algo vaporoso, delicado, una ilusión, un sueño.

        La mujer no es inferior al hombre. La mujer no es superior al hombre. La mujer es igual en todo al hombre. ¿Qué es la mujer? Simplemente, es distinta al hombre.

        La mujer ha de ser eso. Mujer, y ha de cumplir su destino femenino en la sociedad, en la humanidad y en el universo.

        El ser mujer es un misterio por excelencia, por eso la mujer es un enigma para el hombre.

        El hombre en su expresión general, es la más elevada de las criaturas. La mujer, el más sublime de los ideales. La Mujer es Tesoro incomparable, porque su estima sobrepasa largamente al de las piedras preciosas.

        El corazón de un hombre está en ella confiado y no carecerá de ganancia. Le da ella bien y no mal todos los días de su vida. Busca lana y lino y con voluntad trabaja con sus manos. Es como nave de mercader que trae su pan de lejos.

        Considera la heredad y la compra y planta viña del fruto de sus manos. Ciñe de fuerza su espalda y refuerza sus brazos. Ve que van bien sus negocios, pero su lámpara no se apaga de noche. Aplica su mano al huso y sus manos a la rueca.

        Dios hizo para el hombre un trono; para la mujer un altar. El trono exalta, el altar santifica.

        El hombre es cerebro; la mujer, corazón. El cerebro fabrica luz, el corazón produce amor. La luz fecunda, el amor resucita. El hombre es genio, la mujer ángel. El genio es inmensurable, el ángel es indefinible. Se completa lo infinito, se admira lo inefable.

        La aspiración del hombre es la suprema gloria; la aspiración de la mujer es la virtud extrema. La gloria hace lo grande, la virtud hace lo divino. El hombre tiene la supremacía, la mujer la preferencia. La supremacía significa la fuerza, la preferencia representa el derecho.

        El hombre es fuerte por la razón; la mujer es invencible por las lágrimas. La razón convence, las lágrimas conmueven. El hombre es un código; la mujer, un evangelio. El código corrige, el evangelio perfecciona.

        Feliz del hombre que tan solo por un día, sepa entender el alma de la mujer.
        .
        © 1992, Armando Maronese
        Publicado por Armando Maronese el 30.3.09 . Enlaces a esta entrada

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  2. Gracias por tu comentario, Fiori. ¿Sabes? Para escribir sobre el amor o la mujer, solamente hay que aspirar profundo, relajarse y luego pensar en todo lo bello que puede dar una mujer a la «Vida». Cuando digo «Vida», me refiero a su entrega al amor. Un beso

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